Es un hombre con aguda conciencia de la historia y del momento en que vive. Su apelación a la plenitud de las vivencias no implica un escapismo, sino convoca a buscar lo mejor de nuestras historias individuales para una exaltación colectiva. Acaso por ello sus crónicas de jugador son también un espléndido malabarismo con formas y sentimientos, a la vez que una poesía compuesta con el estimulante ritmo de los colores.